martes, 3 de agosto de 2010

ZOCALO DE LA CIUDAD DE MEXICO


     Pocos lugares encierran tanto significado para la cultura mexicana como el Zócalo de la Ciudad de México, un monumental espacio público rodeado por algunos de los más emblemáticos hitos urbanos de la urbe, que en conjunto constituyen una de las plazas públicas más importantes y grandes del mundo. Los antecedentes del Zócalo nos remiten a los tiempos prehispánicos ya que desde entonces en el sitio que actualmente ocupa esta plaza ya existía un espacio abierto que formaba parte del centro ceremonial de la capital del Imperio Azteca, Tenochtitlan. El Zócalo ha sufrido grandes cambios a lo largo de la historia, ya que los edificios que en él se encuentran han sido varias veces demolidos o remodelados, la plaza ha tenido áreas verdes, monumentos, fuentes e incluso un mercado, "El Parián", que durante la época virreinal funcionó en la esquina suroeste de la misma y donde era posible encontrar telas, vajillas, moda, entre otras mercancías provenientes de la Nao de China, una flota de galeones que partían del puerto de Acapulco y llegaban al Oriente para traer toda clase de objetos exóticos para abastecer el mercado novohispano y europeo.

1 comentario:

  1. El Centro histórico
    Las megalópolis como México se han formado por la fusión de varias ciudades y pueblos. En el caso de la Ciudad de México su origen está en el llamado Centro Histórico, zona que ocupa la traza primigenia de la ciudad: delineada como un mapa cósmico de cuatro direcciones por los aztecas, retomada como un tablero de ajedrez por los españoles, reedificada como una metrópoli conventual y aristocrática y transformada en reino de la mugre, el ruido y la vendimia.
    Por un instante te encontrarás en un sitio vivo, bullicioso y contradictorio que sacude los sentidos: los discretos colores de la arquitectura del centro se basan en el juego de la cantera y el rojizo tezontle; su ritmo lo determina una centenaria vocación comercial enmarcada bajo balcones de hierro forjado; su exaltación es acompasada por las fiestas religiosas y las luchas sociales. Aunque sus actuales verdugos son los numerosos automóviles que lo transitan, como visitante puede emprenderse un recorrido en un trenecito de ruta fija o en bicicletas-taxi, pero el mejor medio es simplemente caminando.
    La geométrica regularidad del centro nos permite visitar sus distintos barrios (primitivamente agrupados en cuatro sectores: San Sebastián, Santa María, San Juan y San Pablo) que confluyen en el Zócalo; o recorrer ciertas calles que apuntan a los puntos cardinales y se nombran por las repúblicas de América Latina, los héroes y acontecimientos nacionales, y alguno que otro nombre anécdotico. La ciudad también se disfruta desde algunas plazas y parques de gran tradición.

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